martes, 10 de julio de 2018

MUJER CON SOMBRERO DE PLUMAS PABLO PICASSO




MUJER CON SOMBRERO DE PLUMAS 1901

Mujer con sombrero y plumas
Óleo sobre lienzo, 46 x38 cm. leyenda







En la época azul, Picasso distorsionó a la figura humana con imaginación para representar el decaimiento moral y físico de sus personajes. Dibujó miembros y dedos alargados y pintó cuerpos huesudos. Este estilo de pintura es similar al estilo de El Greco que Picasso había visto en Madrid y Toledo. Los cuadros siguientes--El guitarrista viejo (1903) y Dos figuras (1904)--muestran este estilo; la mano flaco del limosnero y la mano frágil de la mujer son ejemplos buenos del estilo.


No pertenece estrictamente al periodo azul de Picasso, pero en la obra ya predomina esa tonalidad, un color frío asociado a la Virgen, que viste en la pintura religiosa tradicional de blanco y azul (los colores de la pureza y el cielo).

El uso de este tono tiene claros referentes simbólicos que operan sobre nosotros, seamos o no conscientes; también está asociado, sobre todo en la cultura anglosajona, a la depresión y la melancolía, el cielo, el mar y la noche. A esta última y no al cielo remite el azul picassiano, teniendo en cuenta que asociamos esta, y no el día,  a la tristeza y la desesperanza.

 El color para ese estado de ánimo era irremediablemente el azul, y no era asunto nuevo: así eran La noche estrellada y una de las habitaciones de Van Gogh, azul de fondo había en El grito de Munch, era un tono recurrente en Nonell, Cézanne o Toulouse-Lautrec y Enso rpintaba en Bruselas mundos de pensamiento melancólico. Antes, El Greco había representado con verdes azulados figuras espiritualizadas y consumidas: como el negro, es un tono que estiliza por evocar lo trascendente.
El año en que Picasso pintó a esa dama con sombrero, 1901, corresponde al inicio de su periodo azul, y fue también el año en que murió su amigo Casagemas y él pintó su entierro. 

Mercedes Tamara
10-07-2018



domingo, 8 de julio de 2018

MUJER ECHADA EN UN DIVÁN PABLO PICASSO


MUJER ECHADA EN UN DIVÁN
Mujer echada en un diván
óleo sobre lienzo 81 x 100cm
Museo de Basilea 










Las postreras obras de Picasso parecen analizar en todos sus aspectos el tema amoroso, y lo hacen con una pintura siempre renovada. Ahora, sus lienzos adquieren una nueva sensibilidad crornática y formal. Líneas curvas, espirales y formas ovaladas son puestas en directa contraposición a narices y nucas cortantes y afiladas. Los reflejos nacarados de los miembros inferiores y el rojo vivo y denso del fondo entran sin embargo en conflicto con el azul sucio de algunas zonas, mezclado con un melancólico gris que parece simbolizar el paso del tiempo. En cráneos desproporcionados, deformados, los ojos se pierden uniéndose a narices y bocas duras, rígidas, casi metálicas.




En esta obra, el cuerpo de la mujer parece dividirse en las dos extremidades. Un hipotético beso, muy distinto del apasionado y casi no humano de 1925, aproxima a las dos figuras. La cita de un acto casi incumplido parece además subrayada por la ausencia de corporeidad del personaje de la derecha, que como un fantasma apenas indicado se mimetiza con el fondo, de un gris azulado.


 El trazo con que están hechas las figuras parece volver al grafismo de las obras de la segunda postguerra, Cráneo, erizos de mar y lámpara sobre la mesa (1946) y La cocina (1948). El lienzo fue realizado en Mougins, donde el mar y la luz parece haber influido en muchas de las opciones cromáticas de Picasso. El azul de esta pintura pasa de zonas oscuras a transparencias casi vítreas. El tiempo, el amor y la pintura son los temas que el artista quiso seguir cultivando hasta el final en sus experimentaciones pictóricas. El mismo declaró: "Todo lo que he hecho no es más que el primer paso de un largo camino. Se trata únicamente de un proceso preliminar que deberá desarrollarse mucho más adelante".


Mercedes Tamara
9-07-2018

Bibliografia Picasso: Guía de los Grandes Museos Edit Planeta

lunes, 2 de julio de 2018

GIRELOTS ROSES CIELS EN LAMBEAUX RENÉ MAGRITTE

GIRELOTS ROSES CIELS EN LAMBEAUX 1930

Grelots roses, ciels en lambeaux (Cascabeles rosas, cielos en jirones)
Óleo sobre lienzo, 73 x 100 cm. Museo Reina Sofía.





Uno de los principales elementos que puebla las obras de René Magritte es el cascabel, un icono recurrente en su producción, que evoca de forma misteriosa la infancia del pintor y que posteriormente pasaría a integrar el conjunto de elementos simbólicos de su obra. Grelots roses, ciels en lambeaux (Cascabeles rosas, cielos en jirones), 1930, es una de las pinturas en las que Magritte incluye este símbolo, junto con otro de sus motivos preferidos, las nubes. Como en otras de sus pinturas en las que aparecen también estas «campanas mudas», los cascabeles flotan materialmente en el aire ocupando la mitad del cuadro, desprovistos de su peso, función y escala habituales, lo que les proporciona una apariencia irreal, en la que radica su potencia onírica. A ello contribuye también la técnica utilizada, de precisión casi fotográfica, que parece congelar la imagen en el tiempo y el espacio.



La otra mitad de la escena –la pintura está dividida en dos zonas exactamente iguales– está ocupada por un cielo repleto de esponjosas formaciones de nubes, que contrastan con la majestuosa rotundidad del espacio poblado de esféricos cascabeles. La diferencia cromática –azul encendido para el fondo nuboso y salmón eléctrico para el espacio en que se recortan los cascabeles– contribuye a la sensación general de desconcierto e inquietud que emana del cuadro, como corresponde a las más logradas visiones surrealistas.




Mercedes Tamara
2-07-2018
Bibliografia ForoXerbar 

FIGURA EN UNA MESA MUCHACHA ACODADA SALVADOR DALI

                            FIGURA EN UNA MESA MUCHACHA ACODADA 1925 Figura en una mesa, muchacha acodada óleo sobre cartón sobre tabla 46 x...