EL DÍA SIGUIENTE ( 1894-1895 )
El día siguiente óleo sobre lienzo 115 x152 cm Nasjonalgalleriet , Oslo |
"Los elementos que se nos presentan de entrada son en primera instancia, la mujer, joven a juzgar por su apariencia, la cama individual, la mesa que al parecer es redonda pero que en la pintura sólo se ve una cuarta parte de ella, y encima de la mesa dos botellas y un vaso casi vacío.
La entrada de luz nos viene de la parte inferior derecha hacia arriba, que representa la zona más luminosa en la obra y por el color de la luz prevé las primeras horas de la mañana, justo en donde la expresión de la mujer es el detonante para este análisis; es en donde se encuentra casi todo el cuerpo de la femina y alcanza a abarcar una parte de la mesa, específicamente en donde se encuentra el vaso.
Respecto a los colores determinan el matiz que Munch desea imprimirle, de carácter lúgubre, el abundante ocre determina el tono de la obra e invita dirigir la mirada al descanso de color que representa el blanco, que a su vez resulta ser el más expresivo.
La mirada de la mujer no permite saber si duerme o se encuentra en algún otro estado, por lo que dicha conjetura sólo se puede extraer del hecho que está en una cama o bien que después de haber bebido (argumento avalado por las botellas en la mesa) se encuentra cansada y necesita del reposo. Por el contrario, el hecho de que todavía permanezca ataviada con la mitad de su vestido (de la cintura para abajo) permite creer que su siesta aún puede esperar.
Lo que es inevitable es ver su cabello totalmente desarreglado, que de acuerdo a la usanza general una mujer sólo permanecería así después de una férrea actividad (sea cual sea) por lo que se justificaría que se encuentre en su cama.
Ahora bien pasando a su ropa llama poderosamente la atención algo que hicimos notar hace unos momentos, la parte superior de su cuerpo ya no lleva el vestido, la dama se encuentra en ropa interior (lo que parece ser una camisa interior con abertura por la parte media) de tal manera que sus pechos están próximos a ver la luz, su único brazo en escena, el izquierdo, salta a la vista por permanecer totalmente estirado de lo que se infiere una posición cómoda de relajamiento posterior a lo que llamé férrea actividad.
Las inferencias respecto al por qué la dama se encuentra en su camisa interior no se hacen esperar, resulta curioso que la usanza natural no plasme dichos retratos por que ello representaría ir en contra del porte de una mujer, mismo por el que se trabaja toda una vida, en este caso la dama parece no importarle que así sea, o bien, parece que no se da cuenta que es pintada mientras se encuentra en la cama individual.
El hecho que se encuentre en una cama individual supone su soltería, o por lo menos que duerme sola en ella, por lo que en teoría no conoce varón, aunque por las conjeturas de su aliñamiento se infiere que no hace mucho que estuvo con uno. Se presenta una contracara del sentido femenino de orden, he allí el detalle esencial y diferente pues se plasma un estado natural de la mujer, que suele ocultarse debido a la construcción del imaginario social de lo femenino.
Su piel es blanca, tierna y no sugiere ninguna arruga, por lo que no sería aventurado situarla en la edad alrededor de los 20 años, misma en la que parece las mujeres comienzan a conocer la vida mediante decisiones propias que las marcarán por el resto de sus días, positiva o negativamente.
Por su parte, la presencia del alcohol puede generar demasiadas conjeturas e incluso respuestas a la postura que la dama tiene respecto a la pintura, por una parte se encuentra visiblemente retirada de las botellas lo que nos da a pensar que si bien tomó de ellas fue minutos antes de que su cuerpo fuera plasmado en el lienzo.
Recordemos, en la mesa se encuentran tres recipientes: un vaso de cristal que tiene aún un poco de líquido, una botella de tamaño considerable y otra de menor tamaño que bien puede captarse como una licorera, entonces al no encontrarse ningún otro líquido se infiere que las botellas, tanto la considerable como la menor, son de una bebida que no requiere de otra para ser ingerida.
Es importante recalcar que el vaso de cristal está casi por terminar, de ello se puede pensar que previamente el vaso se encontró lleno y la mujer (por tratarse de la persona más cerca) fue quien bebió del vaso hasta llegar a ese punto. Por su parte las botellas no presentan indicios de lo que tienen dentro o bien de qué tanto se ha tomado de ellas.
La orbita en la que transita la obra examinada es indudablemente de incertidumbre, pues lo sugiere el ocre predominante, a diferencia del blanco que sólo se manifiesta en el cuerpo femenino y la parte contigua de la cama. La cercanía de sus pechos al exterior permite pensar en diferentes escenarios posibles. Pero lo único cierto y observable es que su cuerpo yace prácticamente en la cama después de alguna actividad no manifiesta en el cuadro, misma que socialmente podría ser castigada, pero no por ello es ajena a la mujer.
Hasta ahora lo aquí dicho no es otra cosa que lo que ante nuestra vista se manifiesta de la obra de Munch, sus elementos sin duda al entrelazarse pueden generar nuevos escenarios en el mundo de lo posible. En busca de la esencia de la obra “ podría determinar que los elementos más importantes hasta ahora percibidos son: el color y la dama.
Hacemos especial hincapié en el color pues genera una atmosfera diferente, el ocre se usa en virtud de plasmar un tiempo pasado, por su parte la mujer, mitad pura, mitad impura (a decir de sus colores) transita en la dicotomía impuesta por la incertidumbre de no saber a dónde ir, con la certeza de que el mejor lugar para posar es la cama. En síntesis, el vacío existencial llega a su complitud con la obra de Munch.
De manifiesto queda pues, que en la obra Munch tiene el deseo de identificar un problema humano con el lienzo, ya que me parece evidente el estado de contrariedad de la dama, en donde el tránsito de lo conocido, de lo certero a lo castigado por la sociedad se extiende con el contraste luminoso.
Mercedes Tamara
25-10-2014
25-10-2014
- Bibliografía - De Micheli, M. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza Editorial, 1996.
- Edvard Munch, Edic Taschen
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