Buena parte de las obras que guardaba la Galería Moderna de Viena fueron trasladas en 1944 al Castillo Immendorf, poniéndolas a salvo de los continuos bombardeos que sufría la ciudad. Pero en el mes de mayo del año siguiente, ante la presión soviética que sufría la zona, las tropas de la SS incendiaron el castillo, perdiéndose tanto el continente como el valioso contenido, evitando así que los tesoros artísticos cayeran en manos soviéticas.
Entre las numerosas pérdidas cabe destacar un buen número de obras de Klimt, como los cuadros de las Facultades o este paisaje que contemplamos, de lo que han quedado copias o reproducciones fotográficas que nos permiten contemplar su belleza.No es habitual que Klimt introduzca figuras en sus paisajes, aunque sean elementos simbólicos como en este caso. Debió llamar su atención este altar campestre que vio en uno de sus continuos paseos por los alrededores del lago Atter, donde pasaba las vacaciones, captándolo con toda su belleza en esta tela. El Cristo crucificado tiene a sus pies a la Virgen María, recordando a obras de Gauguin.
Como si se tratara de una cascada, las flores rodean a las figuras sagradas, dotando de colorido y alegría al conjunto. Alrededor observamos los troncos de los árboles del bosque y al fondo, en la izquierda, una granja, completando el espacio para crear una curiosa sensación de horror vacui, miedo al vacío que le lleva a llenar de elementos toda la composición. Las pinceladas son rápidas y empastadas, en sintonía con el puntillismo, estilo que llamaba la atención del pintor austriaco. También debemos hacer referencia al decorativismo que caracteriza las obras pintadas por Klimt en la década de 1910, afectando incluso a los paisajes.
Mercedes Tamara
30-11-2013
30-11-2013
Bibliografía : Gustav Klimt, Edic Taschen
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